jueves, 13 de octubre de 2011

Misa de Intercesion

La Misa de Intercesión
La Iglesia se compone por la comunidad de todos los que han recibido el sacramento del Bautismo formando un solo Pueblo de Dios, una raza elegida, una nación santa para Dios. Por eso, porque la Iglesia es Santa -ya que su fundador es santo: Cristo; sus fines son santos: los sacramentos, la vida de oración, la Liturgia, etc. Y sus fines son santos: la gloria de Dios y la salvación de las almas- es que está invitada por el mismo Dios a ser intercesora de unos por los otros. Es una realidad confirmada por el mismo Dios a lo largo de toda la Sagrada Escritura que la oración hecha con fe mueve el Corazón del Creador.

Por eso en nuestra parroquia se celebra los miércoles una Misa, igual a todas las misas, porque en ella se hace presente Jesús que nos enseña su Palabra y se nos da como alimento en la Eucaristía, donde la oración alimentada por la fe de unos y otros nos ayuda a cercarnos más al Señor y experimentar la acción del Espíritu Santo fuertemente en nuestras vidas. Rezamos alabando a Dios con cantos y oraciones, con testimonios y muchos momentos de silencio: todo para experimentar que el nuestro es un Dios que nos quiere y para el que somos importantes.

Siempre, en la Misa, rezamos por las personas que están enfermas en el cuerpo o en su espíritu. Y sabemos que la principal sanación es la interior, que comienza precisamente cuando nos encontramos con ese Dios que viene a nosotros para hacernos felices. Muchas personas, por una Gracia particular del Espíritu Santo de Dios en sus vidas, experimentan una mejoría, o incluso la sanación, también física de su enfermedad. Pero afirmamos: la verdadera sanación es la de nuestra alma que se logra al tener a Dios en nosotros.

En esta Misa tiene un lugar importante la invocación al Espíritu Santo y cada uno que lo desee se acerca a la imposición de las manos del sacerdote mediante la cual recibimos la fuerza de este Espíritu divino; al final de la Misa existe un momento especial de adoración a Jesús en la Eucaristía: Él, que se quiso quedar en la Hostia nos da su paz y alegría que transforma nuestra vida.

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